viernes, 13 de marzo de 2009

Columna No.454

Los 17 Pecados Mortales
© 2009 Armando Caicedo

Me confieso un pecador amateur. Como quien dice un pecador de ligas menores.
Todas las semanas me arrodillo frente a mi confesor para arrepentirme de lo mismo:
-que digo malas palabras;
- que sueño con la Paris Hilton y la Sofía Vergara;
- que cuando no hay un policía a la vista, hundo el acelerador cinco millas por encima del límite;
- que cuando me preguntan mi edad, me quito dos años de encima;
- y, el pecado más grave -según el juicio sumario, que a ojo desnudo me practicó la tía Filomena- que soy demócrata.
Así, en mi calidad de pecador aficionado, me quito el sombrero ante un experto en pecados.
(No me refiero a un terrorista, ni a los mercaderes de armas que promueven las guerras, ni a los banqueros ambiciosos, ni a los criminales)
Me refiero al padre Roberto Busa, un santo varón, con 95 primaveras bien cumplidas, cura jesuita para más señas, a quien el Vaticano reconoce como uno de los más grandes expertos en pecados capitales, mortales y otros de menor cuantía.
Gracias a su testimonio, publicado por el diario L'Obsservatore Romano, los hombres se distinguen de las mujeres no sólo por un puñado de hormonas y un par de órganos de la reproducción (que aunque divertidos, poseen frondia imagen), sino también por el orden en que cometen sus pecados.
Según la experiencia del padrecito, los hombres pecan en el siguiente orden: Primero, los pecados relacionados con la lujuria, luego los de la gula, seguidos por la pereza y la ira.
Atrás, en la cola, (no en la cola de ellos, sino en el ranking de sus pecados) aparecen la soberbia, la envidia y la avaricia.
Ellas, para contradecirlos, hacen gala, primero de su soberbia y en seguida de su envidia.
Los pecados femeninos que les siguen -en riguroso orden- están relacionados con la ira, la lujuria y la pereza.
Como quien dice, si un varón de voz gruesa, propietario de un cultivo organizado de pelos en el pecho, confiesa que sufre de arrebatos de soberbia ¡Ay mi madre! uno ya deduce que se trata de un despistado, que intenta salir del closet.
Para enredar aún más este tema de las confesiones, el Vaticano publicó una lista de siete pecados nuevos.
Yo sí sospeché que el Moisés no bajó del Monte Sinaí cargando con todas las Tablas de la Ley. El tipo se limitó a mostrar diez mandamientos, esculpidos sobre dos pesadas piedras.
Al Moisés se le debió caer una tercera tabla donde se registraban otros siete pecados, los mismos que el arzobispo Gianfranco Girotti, (el influyente monseñor que tiene a su cargo el departamento de pecados y penitencias del Vaticano) acaba de lanzar como pecados "nuevos":
1. No realizarás manipulaciones genéticas.
2. No llevarás a cabo experimentos sobre seres humanos, incluidos embriones.
3. No contaminarás el medio ambiente.
4. No provocarás injusticia social.
5. No causarás pobreza.
6. No te enriquecerás hasta límites obscenos a expensas del bien común.
Y 7. No consumirás drogas.
¡Qué aburrido debió quedar el padre Busa! Tan pronto el viejo se ganó la reputación como el cura que más sabe de pecados en el mundo… ¡purrundum! le inventaron siete pecados nuevos.
- Padre Busa , a sus 95 años ¿cuál de las 17 tentaciones lo desvela más? -le preguntaron.
- A esta edad, ninguna. Es que después de los setenta, si uno se levanta y no siente dolor agudo en todas las coyunturas, lo más probable es que esté muerto.

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